Liz Díaz tiene apenas 20 años, pero su historia musical comenzó mucho antes, en los brazos de su abuelo en la provincia de Víctor Fajardo en Huancapi. Fue él quien plantó las primeras semillas de su vocación, enseñándole canciones tradicionales ayacuchanas cuando era apenas una niña. Esas melodías ancestrales, transmitidas de generación en generación, se convirtieron en el cimiento de lo que hoy es su identidad artística.
Con «Tierna Avecilla», su primer tema y videoclip como solista, Liz no solo debuta en la escena musical, sino que honra ese legado familiar que lleva grabado en el alma, rindiendo un emotivo homenaje a las tradiciones musicales que la vieron crecer.
«Tierna Avecilla» no es solo una canción, sino una declaración de amor tanto musical como cultural. Se trata de una reinterpretación de un tema que Liz escuchó por primera vez en la voz de la maestra Julia Illanes, originalmente compuesto por Jesús Quevedo Garibay como una carta musical a su esposa. La pieza narra la historia de un amor que busca la reconciliación y un nuevo comienzo, con versos que proclaman «todo humano tiene errores, hoy empecemos nuevamente», un mensaje de esperanza y renovación que resuena especialmente en estos tiempos.
La producción del audiovisual se llevó a cabo en Puquio, ciudad elegida estratégicamente por ser la tierra natal del compositor original. Bajo la dirección del productor Smith Contreras, quien también dirigió el videoclip, el proyecto contó con la participación de destacados músicos: Angela Teresa Gamarra Butrón en violín, Roberto Hinostroza Chaico en guitarra, Edwin Ramírez en bajo, y Joel Vega en la producción de audio. Esta colaboración buscó transmitir el paisaje místico y cultural de una tierra rica en tradiciones musicales.
Para Liz Díaz, su propuesta musical trasciende el entretenimiento: se posiciona como un puente generacional que conecta a los jóvenes con sus raíces culturales. «El futuro de la música ayacuchana está en los jóvenes intérpretes que no dejan morir nuestra cultura musical», afirma la artista, quien ve en «Tierna Avecilla» una oportunidad de aportar culturalmente a las nuevas generaciones a través del sentimiento y la autenticidad de la música andina.

















