Desde Ayacucho, tierra de tradiciones sonoras, emerge Raly Súmac, una voz que ha sabido transformar la experiencia urbana en un territorio de búsqueda musical. Su nuevo tema, “El Festejo”, no solo marca un paso adelante en su carrera, sino también una declaración de principios: la convicción de que lo popular puede dialogar con lo moderno sin perder autenticidad.
“Hace unos años hacía letras más duras, sin un mensaje claro. Con el tiempo entendí que quería representar algo distinto, algo que tuviera sentido con lo que soy”, recuerda el artista. Su evolución lo llevó a experimentar con sonidos y a mirar hacia sus raíces peruanas. Así nació la idea de tomar el festejo —género afroperuano por excelencia— y llevarlo al terreno urbano. “Vi cómo géneros de México o Brasil llegaban a todo el mundo y pensé: el Perú también puede hacerlo”.
La colaboración con Julio Zavala (ZAV), músico, productor y bajista, fue clave en el resultado final. “Yo tenía un demo muy simple, pero ZAV le dio otra vida: grabamos un cajón real, añadimos nuevas armonías y logramos un sonido con alma”, explica Súmac. El videoclip se grabó en los estudios de Apdayc, un espacio que lo impresionó desde el primer momento: “Ver en los pasillos los cuadros de Héctor Lavoe fue como estar frente a la historia; me recordó por qué hago música”.
En “El Festejo”, Raly apuesta por un mensaje de renovación cultural. “No quise hacerlo majestuoso ni solemne. Quise que suene a la calle, al barrio, al pueblo. Creo que eso también es el Perú”, afirma. Su búsqueda no se detiene: actualmente trabaja en su primer álbum de estudio, un proyecto experimental que mezcla la música urbana con diversos matices rítmicos.
“El primer single de ese disco sale en noviembre y ya está participando en un concurso de French Montana”, revela con entusiasmo. “Estoy en una etapa donde quiero arriesgar, aprender y disfrutar el proceso. Cada canción tiene su propia identidad y todas me representan”.
Con la bandera ayacuchana siempre presente, Raly Súmac proyecta una identidad sonora que mira hacia el futuro sin olvidar sus raíces. “La música peruana puede renovarse. Solo hay que creer que lo nuestro también puede sonar global”, sentencia.

















